domingo, 6 de julio de 2008

FIESTA CASERA EN IGUALA








Las fiestas en nuestro medio, dificilmente podrían prescindir de los servicios de un equipo de sonido, que le de brillo a la celebración animando a los invitados.


Adentremosnos a una típica fiesta que se realiza en uno de los patios de las viejas casonas de la ciudad. De aquellas propiedades céntricas que una vez compró el abuelo en los tiempos de bonanza, y gracias a a los muchos esfuerzos y sacrificios; y que através de los años, hubo la necesidad de modificar la construcción, pues los hijos crecieron y formaron su propia familia. Asíq ue la casa del abuelo, una vez repartida entre los herederos, adquirió la forma de una vecindad, en la que viven los hijos, las nueras, yernos, cuñados, concuños, hermanos, tíos, sobrinos y algunas mascotas para alegría de unos y desacuerdo de otros.


En el día de la fiesta, se pretende una convivencia general, aun cuando la relación habitual no puede ser armoniosa entre tales vecinos.


Los muchachos del sonido, que normalmente son conocidos de la familia del festejado (a) inician la tocada y ambientan la fiesta casera. Las primeras cervezas llegan a las mesas y algunos de los invitados hacen acto de presencia evidenciando su frecuente personalidad; arribando a la ceremonia sin regalo.


Atendiendo al protocolo de la celebración, se procede a servir la cena y después se da inicio al bailongo. Entre los comensales adultos hay quien tequila que disfrutarán también las señoras.


En cuestión de minutos, debido al efecto del alcohol, el patio de la vecindad no le pide nada a las pistas de baile de un antro común; tías y sobrinas bailan eventualmente con sensuales movimientos, mientras los observadores, ríen y aplauden el comportamiento.


El encargado del sonido se mantiene atento a su repertorio, tratando de conservar el ambiente, pues sabe que si desalojan la pista, con dificultad volverá a armar el ambiente.


A los de la fiesta se les olvida mantener cerrado el portón debido al jolgorio. de manera que no falta el borrachito que habiéndosele terminado "la raya" sale de una de las muchas cantinas que hay en Iguala y se introduce a la fiesta contagiado por la música y el baile, pero sobre todo por la oportunidad de beber gratis. En instantes su pretensión se ve truncada y es sacado amablemente de la vecindad.


"Un caballero" en ligero estado de ebriedad, se aproxima a los sonideros y les pide que le pongan la canción "un puño de tierra" el D. J. le responde que terminando la tanda le cambia de ritmo y con gusto el complace.Una de las tías que llegaron sin regalo, empieza a despedirse y a solicitar su clásico ítacate, pues en su casa se quedaron familiares que no pudieron o no quisieron asistir al evento y hay que llevarles algo de birria y pastel.


Los invitados piden más cerveza y la hielera se ha vaciado. Así que se lanzan por dos cartones a la tienda de la esquina. Si son fiados mucho mejor -advierte el de la fiesta a los mandaderos- pues a lo mejor los del sonido van a querer otra lana.


"El caballero" que pidió "un puño de tierra" vuelve a insistir y ahora las condiciones se prestan para ser complacido. Terminando la canción pide que se la repitan y los del sonido se niegan. "El caballero" los amenaza y el D. J. avisa al de la fiesta. No se preocupen -les dice- así se pone cuando toma.


Mientras llegan las cervezas, las damas de la vecindad comienzan a sacar sus trapitos al sol y el llanto fácil no se hace esperar. Otras más prudentes sugieren calma y exigen a los del sonido que pongan música buena para bailar.


En ese momento, su majestad el alcohol hace nuevamente acto de presencia y todos se alegran.


Los sonideros le dicen al de la fiesta que ya concluyó su chamba; que por cada hora extra le cobrarán solo ciento cincuenta pesitos pa´que se animen. El de la fiesta les dice que se queden otra hora y les da cien baros; "trato hecho"


Transcurrida la hora, el ambiente sube de color y se desata la discusión entre los familiares; "gritos y botellazos se desplazan por el lucido patio de la vecindad". Los sonideros se ocultan en uno de los baños y enseguida vuelve la calma.


El D. J. desconecta sus aparatos y se alista a marcharse. ¿Ya se va? -le cuestiona una de las chicas bailarinas?-. Si, ya me voy -contesta el muchacho-. Pues de una vez -responde la señorita tronando sus dedos, para luego dirigirse a su cuarto y sacar su reluciente estereo que todavía no ha terminado de pagar.


Los dos cartones fiados también se terminaron y alguien propone una "coopera" de a 20 pesitos pa´ otro cuadro. La mayoría se va a dormir y solo quedan en la velada los más jóvenes escuchando música, haciendo y contando chistes, y bailando con las mascotas.


Al día siguiente debido a la cruda, muchos amanecen como pollos alacranados -sin ofender- y eso ayuda a que haya tranquilidad en el ambiente aunque una minoría faltarán a misa de mediodía.


Cómplices del tumulto nocturno, nadie pronuncia algo al respecto, "ya llegará otra fiesta y se tocará otra vez el tema". Algunos almuerzan en las mesas de "Vista su Fiesta" que todavía están acomodadas en el patio; los que pueden se toman una cervecita fría y otros solo beben agua "que no cura pero como refresca".


No hay comentarios: