jueves, 25 de febrero de 2010

UN DÍA EN LA FERIA A LA BANDERA DE IGUALA GUERRERO.

Para propios y foráneos, la feria es una caja de sorpresas que no deja de emocionar a quien la visita. En los días de clase, a temprana hora arriban a sus instalaciones pequeños de preescolar y primaria, acompañados de sus maestros y madres de familia. Llegan en autobúses provenientes de comunidades de Iguala y de otros municipios de la región. El itinerario inicia regularmente en el teatro del pueblo, en donde se congregan y aprovechan algunos para desayunar, mientras presencian el ensayo de instituciones que esa noche ofrecerán un número artístico. Posteriormente se trasladan al circo y de ahí al delfinario, para disfrutar del acto de los clavadistas, así como del show de los delfines. Las inclemencias del tiempo no perdonan y es entonces cuando los vendedores ambulantes hacen su agosto en pleno febrero, miniaturas de sombrillas se ofrecen desde 30 pesos, sin faltar la venta de agua y refresco. En tanto la persona que dirige el show, da los pormenores de los clavados; la gente sigue introduciéndose para ocupar un lugar en las gradas, que a primera vista pareciera que no es suficiente el espacio para toda la gente.
Una chica da instrucciones por todos lados, con ayuda de un altavoz; a veces da la impresión como si el sol le quemara mucho y tuviera ya, un grado de fastidio, porque los visitantes no acogen con facilidad sus recomendaciones. Para ahorrarme algunas monedas, solicito permiso para entrar y tomar fotos para el periódico; la titular de éste equipo de trabajo matutino, me deja entrar pero con la condición de que solo tome fotos y me vaya –al estilo Fox- Finalmente, tomo algunas imágenes y me dirijo al serpentario, coincidiendo con un grupo de la primaria Fray Bartolomé de las Casas de la comunidad de Chontalcoatlán de Tetipac. En dicho espacio conocemos en vivo y a todo color, a los animales que normalmente solo vemos en la TV, como el varano de garganta blanca, la pitón, los dragones barbudos, mamba negra, anaconda, tortugas, entre otras. Los pequeños, sorprendidos –al igual que yo- admiran el momento en que una pitón se almuerza a un conejito. Al término de mi recorrido entre estos animalitos de la creación, me encamino al stand del PNL –Programa Nacional de Lectura-, cuando es justo el medio día; ahí se encuentra el escritor, poeta y profesor, oriundo de Tixtla, Servando Basilio Rodríguez, conocido como el perro callejero, quien es autor de varios libros y que en diversas ocasiones ha visitado Nueva York representando la cultura de nuestro estado. Tan solo hay unas 20 personas atendiendo a su oratoria.
Por la noche en el teatro del pueblo, mientras los artistas estelares salen al escenario, los conductores organizan concursos que los asistentes aplauden; después de premiar con chocolates a una pareja que bailó. Dos señores de entre el público, piden que los dejen subir al templete para participar. Uno de ellos dice un verso romántico que el respetable ovaciona, el segundo señor anuncia que dirá una bonita recitación, y se suelta con algunos párrafos de una poesía a los héroes de la Independencia; muchos de los presentes lo abuchean y el participante cambia su poesía por otra en las que dice palabras altisonantes, de modo que el conductor interviene y al fin les entrega un regalo de consolación. Cuando el artista esperado sale a escena, las chicas quinceañeras comienzan a gritar: ¡Reik! ¡te amoooo!, cada vez que el vocalista se aproxima al público, que ocupa los primeros lugares, el griterío no se hace esperar y muchos brazos y manos en espera de ser tocadas por el artista, deben aguardar para ver si corren con más suerte.
De ahí, decido visitar el kiosco, lugar en donde se presenta la banda de rock Piromanía, que canta covers en inglés de los Beatles y Queen, así como rock en español, entre los presentes hay en su mayoría, integrantes de otras bandas que les toca participar ahí mismo.
Cuando recorro los pasillos de la feria, surge en mí varias interrogantes: de dónde vendrán los visitantes, cuál será el máximo de vueltas a la feria, que da cada persona que solo le gusta caminar y ver, sin detenerse en algún lugar específico; entre estas indagaciones, llego nuevamente al stand del PNL para escuchar las canciones de Armando Dorantes, Armanrock. En el momento en que entro al stand, el rockero habla de que hace 200 años, un chingo de cabrones se partieron la madre para darnos libertad, y de que hace 100 años, también un puñado de chingones, se agarraron a madrazos y armaron la revolución; y pregunta: ¿nosotros qué vamos a hacer? ¿Solo ver jotos en el faraón? No, se responde así mismo, hay que hacer nuestra parte, no vamos a armar una revolución, hay que armar una evolución. Acompañado con la guitarra del rockero Ricardo Calderón de la banda Periférico Sur, entona melodías de los tiempos de la revolución, en la que destaca el sonido de la armónica.
Al fin, antes de retirarme, visito las instalaciones del restaurante el Tehuehue, en donde se ofrecen programas culturales y muestras gastronómicas del representativo en turno. No se advierte que la gente se queje, a pesar de los inconvenientes como el acceso a las instalaciones de nuestra feria; porque después de todo, la feria es la fiesta del pueblo.


* Publicado en Redes del Sur.

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