miércoles, 20 de febrero de 2013

"EL PRESIDENTE QUE QUISO SER DOCTOR"

El burocratismo había fastidiado al presidente municipal, así que pidió una licencia para trabajar sin cédula profesional, en una clínica que había construido recientemente. Invitó a muchos de sus amigos médicos, algunos eran pasantes, otros paramédicos,  no faltaba quien carecía de título y perfil, y sin embargo ejercían la medicina. El presidente con licencia, en contubernio con su equipo de doctores, hicieron un voto de silencio ante los supuestos males que aquejaban a sus pacientes; señoras adineradas que eran engañadas con operaciones a males inexistentes, pero que luego, con falsos tratamientos, quedaban como nuevas.
El “nuevo doctor” optó por practicar abortos, arriesgando la salud de mujeres de temprana edad; muchas veces sólo recetaba paracetamol, naproxeno y diclofenaco, para diversos males, al puro estilo del IMSS. Comenzó a expedir certificados de nacimiento ante quien lo solicitara, para él todo nacimiento era “bello y hermoso”, y los bebés no podían carecer de certificado, nacieran donde nacieran. Cuando llegaban ante el “doctor” chicas de buen ver, el galeno procuraba que se desnudaran para auscultarlas; al inyectarlas, dejaba correr apropósito el algodón, y las yemas de sus dedos oprimían los glúteos femeninos, y así, cortejó a muchas mujeres.
De esta manera iniciaron las quejas del público en general, sin embargo, él negaba las acusaciones y prometía beneficios para todos. La clínica era llamada “el hospital de la muerte”, pues al “presi” le fallaron muchas operaciones, y fue acusado por negligencia. Su caso fue turnado a la secretaría de Salud  y en instancias civiles y judiciales, ante el reclamo popular de un pueblo quien muchas veces la prescripción médica que recibió, fue a base de sal de uvas, “efectivo por ser gratuito”.
Nada de eso sirvió, las autoridades confirmaron al “presidente con licencia” como apto para ejercer la medicina, y enviaron a su clínica a un eminente doctor  para fungir como director de médicos. El enfado no se hizo esperar, el único día que se vio en el hospital al enviado por la SS, fue cuando lo presentaron, pues los otros doctores  exigieron su salida.
El presidente con licencia, giró instrucciones a las enfermeras de su clínica, para que en adelante, la fórmula que le darían a los recién nacidos, consistiría en enfamil, enfapro y enfagrow, todo junto, reforzado con nan 3; los bebés que nacían en su clínica, debían salir fuertes y listos para tomar chocomilk con huevo, las alergias no eran de importancia, y si estas se presentaban, serían “bellas y hermosas”, decía con entusiasmo cuando intentaban cuestionar sus órdenes. No conforme con participar en partos, atendió problemas dentales; toda muela era extraída, nada de tratamientos, nada de puentes fijos ni removibles; los brackets y coronas desaparecieron en la atención dental.
El “doctorcito” compró otras propiedades, inauguró más clínicas, y todas funcionaban en la misma modalidad. En breve, todo el pueblo se vio afectado; los niños, los ancianos, las mujeres embarazadas. Se atrevió a realizar cirugías de reasignación de sexo a sus amigos, y una epidemia de enfermedades atacó a la ciudad. El recurso material llegó a esta clínica, pero el “presi” sólo benefició a sus familiares; y seguía viendo a la gente " bella y hermosa", aún y con las alergias constantes en muchos.
Al final, el reclamo popular fue escuchado, y el presidente con licencia regresó a su palacio, donde se movería como un pez en el agua, aunque su calidad moral, ya iba en deterioro. Su equipo médico aparentaba sentirse avergonzado por las atrocidades cometidas en la clínica y de las cuales fueron cómplices; pero el dinero con el que el “presi” compró su silencio, ya se lo habían gastado. Incluso exigían un bono por la venta de órganos efectuada en el último trimestre, y solicitaban se esclareciera la venta de muestras gratuitas a grupos vulnerables, pues de esto nada recibieron a pesar de haber autorizado un 50 por ciento de descuento para esta gente, por ser “bella y hermosa”…
*Autor: Andrés Ortiz Pantaleón

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