miércoles, 19 de mayo de 2010

ANÉCDOTA DE UN FUNCIONARIO DEL AYUNTAMIENTO DE IGUALA.


Pepe era uno de mis compañeros en la Escuela Secundaria Plan de Iguala; lo recuerdo como un tipo altanero que aprovechaba toda oportunidad para liarse a golpes con cualquiera. Disfrutaba molestar a los compañeros más indefensos y nunca supo que había otras formas de darle solución a las diferencias, más que el uso de la fuerza física. Cuando tenía oportunidad, humillaba al más desprotegido y menos bendecido por la mano de Dios Padre. Por supuesto, tenía buenas palancas en la institución, ya que varios maestros del plantel, eran familiares suyos.
En cierta ocasión, Alonso, uno de mis vecinos; jugaba en el parque del DIF con varios de sus compañeros de clases, que estudiaban en el turno vespertino de mi escuela. A poca distancia advirtieron la presencia de una pareja de novios, que se besaban apasionadamente, ambos pertenecían a nuestra misma institución. El chico insistía en agasajarse con la muchacha, mientras ella intentaba persuadirlo de que fuera más despacio. Al momento de retirarse, para Edson, un compañero de Alonso, fue difícil resistir la tentación de dirigirse al joven, pues le incomodó la forma en que aún besaba a la chica.

─ ¡No te la vayas a comer! – profirió en una especie de reprimenda-
─ ¿Qué? ¿la quieres para ti? – contestó molesto el galán, de nombre Pepe y que era mi compañero de clases-
─ ¿Y si así fuera qué? – se resolvió Edson-
En tanto sus compañeros continuaron caminando para dejarlo solo con el seductor.
─ Nos veremos después –amenazó el novio al ponerse de píe y tomar la mano de la chica-
─ Ya nos estamos viendo ahora –respondió Edson-
─ ¡Hey! ¡ya estuvo! – dijeron a Edson sus amigos-


Y procedieron a retirarse, aunque conscientes de que el asunto no había concluido, ya que todos presagiaban que el galán trataría de reivindicar su honor. No se equivocaron, pues a la semana siguiente, cuando Alonso y sus amigos esperaban el cambio de turno en el exterior de la Escuela Secundaria, el novio agraviado se presentó acompañado de varios chicos del turno matutino, decididos a confrontar a Edson.

─ Deja la fiesta en paz –dijo Edson con inesperada quietud-

Sin embargo, el otro chico no desistió de su propósito e intentó sorprenderlo con un puñetazo que se vio interrumpido por la repentina intervención del hermano mayor de Edson.

─ No te busques problemas galán – dijo el hermano defensor, dispuesto a frustrar los planes vengativos del novio apasionado.
─ Tu amigo se los buscó primero –contestó enérgicamente Pepito-

En cuestión de segundos se reforzó el contingente liderado por Alonso, situación que puso en desventaja al bando contrario; y que a fin de cuentas, prefirieron alejarse para darse una tregua.
A los pocos días, el galán insistiría nuevamente, pero en esta ocasión; Santos, un amigo del barrio que estudiaba en el turno matutino, avisó oportunamente.

─ Alonso, tienen que prevenirse – advirtió Santos – en el turno de la mañana se propagó la noticia de que hoy en la tarde, cuando ustedes salgan de clases, se presentará el Pepe y sus secuaces para golpearlos a ti y a Edson, van a traer vatos pandilleros.

De tal manera que Alonso y Elbert, uno de sus compañeros que venía de la colonia Ruffo Figueroa, maquinaron un plan para frenar los ánimos candentes del chico aburguesado, pero sin involucrar a ninguno de sus compañeros de la escuela.
Elbert se comunicó vía telefónica a la Ruffo y consiguió apoyo de sus amigos.
Esa tarde, minutos antes de escucharse el timbrazo de salida en la secundaria, ya estaba listo un comando de aproximadamente veinte tipos mal encarados, desplegados entre las bancas y las jardineras del Monumento a la Bandera; esperaban a Elbert, Alonso y a Edson, para arremeter contra los burguesitos y sus aliados.

Efectivamente, el galán hizo acto de presencia custodiado por un arriesgado grupo de colegialas. Con cluyeron las clases y los alumnos del turno vespertino comenzaron a desocupar el edificio. Elbert fue uno de los primeros en salir, ubicó a la gente de su barrio y posteriormente localizó al chico agraviado. Detrás de Elbert avanzaban Edson y Alonso, ninguno de los tres portaba su mochila.

─ ¡Ya está! –pronunció Elbert- no se preocupen, vamos con mis camaradas, los otros van a caer solo y que reviente el asunto.

Al momento de cruzar la calle, el galán apasionado y sus amigos se apresuraron a interceptarlos, pero el comando de la Ruffo, apareció imponentemente a espaldas de los júniors.

─¡Que truene de una vez Matias! –gritó estrepitosamente un chico de la Ruffo-

Uno de los amigos de Elbert, sacó de entre sus ropas un puñal un machete que raspó en el piso, sorprendiendo a Pepito y su comitiva. Matias no era el único que llevaba arma blanca, de forma que el plan de los colegialas se vio quebrantado y sin pensarlo dos veces, corrieron asustadizos atravesando el monumento a la bandera en fracción de segundos.
En la huida de los aburguesados, no pudieron esquivar el taque y más de uno cayó en la estampida, recibiendo puntapiés de los Ruffianos. Sin embargo, a Silver, el líder de Los camaradas de Elbert, le interesaba hacerse cargo de Pepito. Cuando logró darle alcance, lo sujetó del cuello, realizando la estocada definitiva.

─ ¿Qué onda galán? ¿Qué siga o ahí muere? –interrogó el chico-
─ Ustedes ganan –resolvió Pepe- ahí muere

Pepe seguiría haciendo de las suyas en años posteriores y en escenarios diferentes, de hecho, su comportamiento se deformó un poquito más y tuvo problemas legales; pero esa es otra historia.

En la actualidad Pepito es funcionario en la administracióne del Ayuntamiento de Iguala, que según dirige El Seductor Dr. Tovar

Autor del texto: Andrés Ortiz Pantaleón

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