miércoles, 5 de mayo de 2010

UNA HISTORIA ESPECIAL...

El día en que Jorge conoció a Alma Rosa, podría haber sido la culminación de tan escabrosa travesía en la cual el chico invirtió lo mejor de su juventud. Mientras Alma realizaba sus prácticas profesionales, Jorge se desempeñaba como supervisor de área, ambos en la misma empresa. A medida que comenzó a tratar a la chica, se convencía gradualmente de que ella sería la mujer de su vida, era lo que había buscado durante mucho tiempo. El joven contemplaba habitualmente en su espacio nocturnal, las imágenes vividas cada día, pasajes propios entre él y la chica de sus sueños. Buscaba algún indicio que le permitiera y ayudara a tomar la decisión correcta... necesitaba estar más tiempo con ella, más tiempo y más cerca por supuesto. Su espíritu imploraba la presencia de Alma en su vida, ella lo complementaría en sus éxitos sucesivos... en sus momentos de bonanza, de prosperidad y de abundancia, pero también en la etapa de escasez y de ausencia. Nuestro amigo en mención, quería proceder cuanto antes. Muchas veces había revisado la agenda de su teléfono celular, y al seleccionar el número de Alma, lo pensaba más de dos veces para escribir un texto, texto que sería borrado como muchos otros: "Alma, he plasmado en mil hojas tu nombre, he anhelado poderte escuchar. He trazado un poema en la noche, para ti y por ti nada más". Y así continuamente borraba o guardaba lo plasmado en el archivo de su celular. Quizá algún día se atrevería a mostrar a Alma, lo que había escrito para ella en las noches calladas.
Cierto fin de semana, se animó a dar el primer paso, por algo empezaría; se decidió a enviar saludos a la chica, a través del celular.

- ¡Hola Niña! Te envío mis mejores saludos, ¿cómo estás?
- ¡Ay hola! -respondió la chica- muchas gracias, pero ¿quién eres?
- Pensé que tenías registrado mi número -contestó Jorge-
- Ah, tal vez si lo tenía registrado, pero mi hermano sacó el chip y borró a mis contactos.

Jorge aprovechó la situación y efectuó un cambio de planes.

- Sabes, quiero decirte que tienes los ojos más lindos. No hay nada más parecido a un ángel que tú.
- Que lindo, muchas gracias... pero dime quién eres por favor.
- Soy un amigo, no tenía intenciones de hacer esto... siempre pensé que sería diferente -continuó el chico mientras caminaba a su auto-
- ¿De qué hablas? -cuestionó Alma Rosa-
- No es nada, me refiero a lo que estoy escribiéndote ahora, sucede que me agradas y estoy seguro de que sería un hombre afortunado si tuviera a una mujer como tú -escribió Jorge antes de encender su automóvil-

Apenas había conducido por dos minutos y su teléfono móvil volvió a sonar. Revisó el mensaje que decía: "contéstame ¿si?" Era un mensaje de Alma y además descubrió que tenía una llamada perdida, que no escuchó porque su teléfono estaba en vibrador para llamadas. Quiso regresar la llamada, pero ahora la situación había tomado otro matiz. Tal vez las cosas no deberían darse así, su improvisado plan de conquistador no le convencía lo suficiente. Probablemente, lo mejor sería llamar a su princesa y preguntarle en dónde estaba, para concluir el asunto e interrumpir por el momento su declaración de amor.¡Rayos! otra vez el celular, Alma Rosa estaba llamando de nueva cuenta.

- ¿Sí? -respondió el chico-
- Oye, ¿quién eres eh?
- Hola Alma, ¿no recuerdas mi voz?
- Ay ya... dime quién eres, ¿eres Saúl?
- ¿Cómo es que no puedes reconocer mi voz -evadió Jorge-
- Entonces eres Irving...
- Oye, no estoy fingiendo la voz -decía emocionado el chico- no he querido hacerte ninguna broma, no sabía que ya no tenías registrado mi número.
- Ya te dije que me borraron mi agenda. Oye ¿cómo tienes mi número?
- Tú me lo diste Alma
- Ok, dime cómo te llamas...

El chico vaciló un poco y continuó... Soy Edgar

- ¿Edgar? ¿qué Edgar? no recuerdo a ningún Edgar.
- Oye amiga -articuló Jorge- creo que me equivoqué de número-
- No, no puede ser, porque ya pronunciaste mi nombre. Me dijiste "Hola Alma"
- Es cierto... eres Alma Delia ¿correcto?
- ¡Aaaay noo! Soy Alma Rosa. Entonces todas esas palabras no eran para mí.
- Pero estoy seguro que tú eres igual de linda, tienes una voz de ángel.
- ¡Ay ya! mejor voy a colgar
- No, espera. Tratemos de ser amigos, las cosas pasan por algo.
- No, mejor háblale a tu Alma Delia. Y si sigues insistiendo, le voy a decir que no te haga caso.
- Pero si tú no tienes su número
- Bueno, solo bromeaba.
- Oye, ¿en dónde estás Alma?... ¿puedo ir a saludarte?
- No, porque no te conozco, además ya se va a terminar mi crédito en el celular.
- Cuelga y yo te marco. Naturalmente que voy a reponerte tu tarjeta. ¿Qué tipo de teléfono tienes?
- Es igual al tuyo, lo deberías reconocer por la numeración, pero no te molestes, permíteme un momento por favor.
- Está bien Alma.
- Cien pesos por favor a este número -se alcanzó a escuchar que pronunciaba la chica del otro lado del teléfono-
- Así que está recargando su celular -pensó Jorge-
-Bueno, ¿cómo dices que te llamas? Ah, ya me acordé, Eres Edgar. Me da gusto haberte saludado y espero que te vaya bien con Alma Delia.
- Alma, espera por favor. Todo esto se ha distorsionado, tú y yo si nos conocemos. - ¡Aaay ya! solo estás jugando.
- No, déjame ir a donde estás para que sepas quien soy. Somos amigos.
- ¿Somos amigos?
- Así es.
- ¿Quién eres?
- Dime en dónde estás, voy para allá.
- Estoy por Bandera Nacional, afuera del club deportivo.
- De acuerdo, voy para allá. ¿En qué quieres que vaya? ¿en auto, bici o moto?

- Ven en taxi, caminando o como quieras, y conste que somos amigos, porque si no, olvídate...
- Si Alma, somos amigos. En cinco minutos estoy contigo (clic)


Minutos después, Edgar se situaba a una cuadra de la dirección indicada por Alma Rosa. En breves segundos estaría frente a su amada y definiría su gran enigma. Así que detuvo su auto y tomó su teléfono, miró hacía la calle que comenzaba a inundarse de los primeros elementos nocturnales. El aire se sentía diferente en esa noche. Pues bien; era ahora o nunca, aceleró al auto y apreció claramente la presencia de Alma con un curioso traje deportivo. Se veía más linda que nunca. Al detener el auto, la chica lo reconoció de inmediato.

- ¡Joooorge! -gritó mientras escondía su rostro volteando hacia el aparador- ¡que pena!
- Hola Alma... perdóname no tenía preparado esto -se justificó el chico al descender de su auto-

- ¿Porqué no me dijiste que eras tú? -decía sonrojada-
- Lo siento, como te dije; creí que tenías registrado mi número de cel.
- ¡Ay Jorge!
- Bueno, ya sabes quién soy, pero tal vez desconoces lo que pretendo. Lo que te decía en los mensajes, es lo que pienso de ti. Ignoro si tienes novio; pero quiero que sepas que tengo una especial consideración a tu persona. Nada me alegraría más en la vida, si tú aceptaras ser mi novia...
- ¡Jooorge!-dijo enternecedoramente Alma Rosa- que lindo...gracias por tus palabras y por lo que me escribiste. Se que eres una gran persona y que tu propuesta haría felices a muchas chicas.


Las cosas ya no iban bien para Jorge a partir de este momento.

- Pero sabes -continuó la chica- hay cosas que no sabes de mí. Estoy muy entusiasmada con mi novio, estamos pensando en casarnos pronto.

Jorge abrió más los ojos para no mostrarse apagado ante tal afirmación.
- Alma, disculpa mi intromisión. Que afortunado es tu novio, estoy seguro de ese entusiasmo que mencionas. No me lo tomes a mal, yo no sabía...
- Jorge, te agradezco por el trato que me has brindado. Discúlpame que tenga que retirarme, Saúl es mi novio y adentro me espera mi hermana.
- De acuerdo Alma Rosa, por supuesto. Voy a reponerte tu tarjeta...
- No, no te preocupes Jorge. ¿Amigos?
- Claro, amigos... -respondió el chico mientras estrechaba la mano de Alma- entra...
- Bien... ¿qué harás? -cuestionó la chica antes de retirarse-
- Me iré a tomar un trago y después regresaré a casa a pegarle de golpes a mi costal hasta cansarme y terminaré la noche escribiendote un poema de despedida -imaginó responder Jorge-

- Nada del otro mundo -atinó a contestar- creo que en mi velada de hoy, trataré de asimilar esto. No te preocupes, estaré bien...
-Eso espero Jorge, cuídate mucho -concluyó Alma con un gesto especial-


El chico se dirigió a casa, pero efectuó una escala para recargar el teléfono de Alma.

-Doscientos pesos a éste número por favor -solicitó a la chica del mostrador.

Cuando llegó a su hogar, recibió un mensaje de Alma

-"Jorge, no te hubieras molestado en hacer ese gasto. Te lo agradezco de cualquier forma, que estés bien. Hasta pronto"

En un par de minutos, Jorge respondió con serenidad:

"Alma, perdóname si te he causado incomodidad, pero la belleza que envuelve a tu espíritu y el carisma de tu persona, han sido más grandes que mi silencio y discreción, casi tan grandes como mi admiración por ti. Gracias por existir, gracias porque aunque tarde, tuve la oportunidad de conocerte.
Gracias por ser fuente de motivación e inspiración en mi vida, te deseo lo mejor"...
adiós.


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