miércoles, 25 de agosto de 2010

VÍSPERAS DE DÍA DE MUERTOS

* CUENTO CON EL QUE PARTICIPÉ EN EL PRIMER CERTAMEN DE CUENTO CORTO ELENA GARRO, CELEBRADO EN IGUALA DE LA INDEPENDENCIA.

La lluvia que sorprendentemente ha caído en el pueblo, despertó un mosaico de aromas en las plantaciones de cempasúchil y terciopelo. En algunas viviendas ya se prepara el incienso de copal, en el camposanto se blanquean las paredes y se limpian los pasillos; es 1° de noviembre, vísperas de Día de Muertos.
Cuando faltan 15 minutos para las tres de la tarde, el ferrocarril aparece entre las colinas; la aceleración de las máquinas alcanza a ventilar las ramas de los limoneros, ciruelos y tamarindos que abundan en las casas edificadas junto a la vía. A cierta distancia, los pasajeros advierten el paisaje que ofrecen las huertas de mango y cuyas hojas alfombran el suelo. El ligero humo que dejan escapar las chimeneas, anuncia que es la hora de echar tortillas en el comal. Una viejecita que camina por el pasillo del vagón, insiste en su vendimia: ¡mole verde! ¡tamales nejos! ¿va a querer mole doñita?
Cuando sobrepasan la siembra de pápalo y el canal que surte de agua a la parcela, se impone la cúpula de la iglesia principal con sus torres, justo cuando suenan las campanadas; son las tres de la tarde y el tren detiene su marcha frente a la estación.
Muchas personas esperan ansiosas la llegada del ferrocarril, algunas aguardan el arribo de sus familiares que llegan del vecino estado del norte, y otras, viajan a los pueblos del sur. Es el caso del niño Juan Pablo de 10 años de edad, quien acompañado de su abuelo, visitarán la tierra que los vio nacer, para ofrendar esa misma noche a sus fieles difuntos.
Al instante, los vagones del tren se desocuparon casi en su totalidad, pues la mayoría de la gente bajó en la estación de Iguala. Posteriormente, una minoría abordó y a los pocos minutos, cuando se escuchó el grito de ¡váaaaamooooonos! el ferrocarril emprendió de nuevo su marcha, para perderse entre los árboles y por los márgenes del río.
En el trayecto, el niño se divierte con el sonido provocado por las ruedas de acero que se deslizan sobre los rieles, por el movimiento que les transmite la biela y recuerda las ocasiones en que años atrás, ha viajado también con su hermano: chucu - chucu – chucu - chucu, ¡tu tuuu!
─ Cierra la ventanilla y no saques la cabeza -le indica su abuelo- podría lastimarte una rama.
Juan Pablo recorre la ventana, en tanto los acordes de una guitarra llaman su atención, pues un trovador que lleva el mismo rumbo que ellos, entona una vieja canción que el abuelo conoce muy bien: "Un domingo a Modesta encontré por las calles lucidas de Iguala, y me dijo me vine a pasear, en un tren desde Tetecala"
Como extraviado en sus recuerdos, el abuelo acomoda su sombrero y mira hacia los campos, luego toma la mano del niño y le dice:
─ El compositor de esa canción es Próspero Salgado Marchán, dicen que es originario de Teucizapan, en la región norte de Guerrero, al menos algo de eso dice en su canción, aunque hay algunas versiones donde le han cambiado el nombre al pueblo. En la cuaresma celebran en ese lugar a Padre Jesús y aprovechan para homenajear al compositor, con concursos de canto y composición. Muchos artistas de talla nacional e internacional han grabado su canción Modesta Ayala.
─ ¿Por qué celebran a Padre Jesús en Cuaresma? recuerdo que su día de fiesta es el 6 de Agosto.
─ Lo festejan en Marzo, porque en el mes de Agosto casi todos están dedicados a las actividades del campo, andan abonando y dándole tierra a la milpa, no olvides que
también se realizan actos de fe a Padre Jesús en Semana Santa. Hasta hay una hermandad que lleva su nombre.
El pequeño solo observa los ojos cansados del abuelo y admira los bigotes blanqueados que tantas veces ha contemplado.
─ Oye abuelito, ¿trajiste las calaveritas de dulce?
─ Si hijo, también llevo unas hojaldras y una servilleta nueva que tejió tu mamá.
─ ¿Viste las tumbas que instaló mi escuela en el zócalo abue?
─ No, pues no me invitaste.
─ Colocaron una bien padre a Ignacio Manuel Altamirano, dicen que nació en Tixtla y además de escritor, fue diplomático y peleó en la Guerra de la Reforma. Mi maestra me regaló un libro de él, se llama "La Navidad en las Montañas"
─ Allá en Tixtla vivió un tiempo mi compadre y luego se regresó para Olinalá a seguirle con lo de las cajitas -intervino el viejo Albino-
─ También arreglamos una ofrenda a Vicente Guerrero, quien es un héroe de la Independencia y nació en este estado que ahora lleva su nombre -prosiguió Juan- Otra escuela participó con una ofrenda a Salustio Carrasco, dicen que fue un poeta y que sus restos se encuentran en una tumba del panteón viejo de Iguala, desde hace casi un siglo.
─ Los restos de Cuauhtémoc los encontraron en Ixcateopan, él fue el último emperador azteca -interviene don Albino- El poeta que mencionas, debe ser muy importante para que todavía lo recuerden; quizá como el maestro rural Lucio Cabañas, a quien muchos estudiantes de su escuela Normal de Ayotzinapa, le rinden honores con un busto en su memoria que han develado recientemente, me lo contó tu mamá, dice que lo vio en el periódico.
─ Abuelito, mi tío Enrique hablaba mucho de Lucio Cabañas.
─ Es que tu tío estuvo en el ejército y fue comisionado a Petatlán y Atoyac, él vivió de cerca el movimiento.
─ ¡Cajitas de Teloloapan! ¡pan de Tlapehuala y Chilapa! - exclama una muchacha que lleva un entrego y aprovecha para ofrecer su mercancía a los pasajeros que viajan con ella.
─ Cuando iba para Chilapa llevaba plata de Taxco y aretitos de oro. A las señoras les gustaban mucho las pulseras de moneditas de oro que me hacían en Iguala.
El abuelo sonríe cuando platica sus historias de antaño a su nieto Juan Pablo, quien siempre sabe escucharle y se interesa en las anécdotas. Prosigue con su relato al recordar la época en que iba al tianguis de Chilapa, en donde se ofertaban frijoles, sillas, huaraches, gallinas, guajolotes, ollas de barro, gorditas de frijol, ajos, cebollas moradas, artesanías, ropa, petates, sombreros, chalupas, buñuelos, dulces de calabaza en tacha y con panela, mezcal y mil productos más que anunciaban las mujeres con visible cansancio bajo los rayos del sol y con un trapo en la cabeza. También se vendía el mejor pan de la región, como las empanadas de camote, que se elabora hasta la fecha en hornos de barro y lodo, cocido con leña. Hasta ahí llegaban los indigenas de Tlacoapa, Ahuacotzingo, Huecantenango y de todas las comunidades del municipio. Chilapa venía a ser la puerta de la montaña e impulsado como un centro comercial por los frailes agustinos desde la etapa de la conquista. El olor a comida, como la barbacoa de chivo, carne de puerco, mole, tamales de frijol, calabaza, pozole y bebidas refrescantes, es saboreado oportunamente por los que acuden al tianguis. Aunque hoy es amenazado por la modernidad, pues tiendas departamentales han llegado a los lugares de gran tradición. ─ ¿A qué hora llegaremos abuelito?
─ En menos de una hora, nos dará tiempo ir con mi comadre, acuérdate que es ofrenda nueva para su hijo que falleció en este año
─ ¿Y por eso es ofrenda nueva?
─ Sí, los familiares acostumbran llevarle pan cuando es ofrenda nueva.
El abuelo se quita los lentes para limpiarlos con su pañuelo y luego vuelve a colocarlos para tener una mejor visión del paisaje.
─ ¡Mira Juanito! antes, todas estas tierras eran sembradíos.
─ ¿Y qué sembraban abue?
─ Muchas cosas, desde maíz, calabazas, estropajo, frijol, angú, pápalo, y de aquel lado había plantaciones de caña. Cuando trabajé con mi compadre Valente en la caña, llevaba piloncillo y melado a la casa.
─ ¿Qué es melado?
─ Es el jarabe de la caña, lo ocupábamos como si fuera miel. Con el piloncillo, tu abuela hacía conserva de mango verde, calabaza y chilacayote.
─ ¿Chila qué....?
─ Jajaja, chilacayote. Es como una calabaza blanca, pero le agregan colorantes y cuando lo venden, lo tienen en distintos colores.
─ Pues nunca lo he probado.
─ Yo creo que si, pero no sabías que así se llama. Los tlaxcales son los que no conocías y con tus tíos en Tierra Caliente los probaste, la diferencia es que allá le dicen toqueres.
─ Es que son cosas de antes abue, ahora mucha gente ni sabe cocinarlos.
─ Pues en muchos pueblos todavía se conservan esas costumbres, recuerda cuando fuimos a la feria a la bandera en Iguala, en el Museo te enseñé cosas que teníamos en la casa y que en algunos lugares todavía se usan.
Al fin, el tren hace la última parada del día y Juanito llega con su abuelito al rústico pueblo, después de haber viajado por comunidades donde las inclemencias aparentan que el tiempo detuvo su marcha. La casa de sus familiares está a cien metros de la estación, pero las amistades del abuelo son muchas y la distancia parece prolongarse por el saludo y las buenas nuevas que se dan a conocer entre las casas de adobe y por encima de los tecorrales. Por el camino real, ya regresa el ganado del campo y se deja sentir el fresco de la tarde que ya disfrutan los mayores al sentarse en los corredores de sus casas y otros, en los patios. Juan Pablo baja su mochila y alcanza la aldaba de la puerta de madera.
─ ¡Tía! -le dice a la joven mujer que abre, al momento que la abraza y le da un beso-
Entran y saludan emotivamente al resto de la familia. En la pieza más amplia de la casa, está instalada una ofrenda, a la que solo le falta la servilleta que trae el abuelo y una vez que se ha quitado el sombrero, la coloca con los panes y la fruta, ante el retrato de quien fuera su esposa y que falleciera 10 años atrás. La mirada del abuelo no quiere perder detalle y verifica que todo esté ahí: el petate, la canasta de panes, la fruta, el agua bendita, velas, los cirios, sal, un tequila, un plato de mole verde y otro con tamales de ciruela, las flores, adornos de papel, ángeles, el incienso, las fotos de varios familiares y servilletas con el nombre de los difuntos. Un recogimiento momentáneo invade al abuelito y después de persignarse sale de ese espacio para dirigirse a casa de su comadre; le lleva ofrenda para su difunto hijo. La comadre lo recibe gustosamente y le ofrece una taza de arroz, para concluir con una buena charla y una copita de rompope.
Más tarde, Juanito y sus primos, esparcen pétalos de las flores desde el píe de la ofrenda hasta la entrada de la casa; "para que los muertitos vean el camino hacia su alimento" -les dice el abuelo-.
Juan Pablo les platica a sus primos y tíos, que la noche anterior anduvo de visita con sus hermanas por diferentes barrios de Iguala; "lo que pasa es que cada año, en las casas donde falleció alguien recientemente, les construyen una tumba decorativa escenificando la forma en que murió su familiar" ¡y vimos muchas tumbas muy bonitas! -dice emocionado Juanito, a quien sus primos del pueblo escuchan admirados-. Más noche, toda la familia reza un rosario a los difuntos y se escuchan cantos y letanías a los santos. Posteriormente, los más pequeños salen un momento a las casas de sus vecinos para pedir su calaverita: "La calavera tiene hambre, no hay un pedazo de pan por ahí, no se lo acaben todo déjenos la mitad; ¡pan pan pa' la calavera!".
La noche está ya muy avanzada y el abuelo se dispone a descansar; al día siguiente hay que madrugar para dejar unas flores en el panteón del pueblo y partir a primera hora en el tren que va para Iguala, pues también deben llevar flores a las tumbas de parientes que están sepultados en el viejo panteón de la Cuna de la Bandera. Serán momentos especiales cuando la mayoría de las criptas sean visitadas y adornadas con los más vistosos arreglos de flores. Quizá la ocasión amerite que los músicos entonen alguna canción que era del gusto del difunto o que sea apropiada para la celebración: Un puño de tierra, Te vas ángel mío, 20 mujeres de negro, El rey, Caminos de Guanajuato, Dios nunca muere, entre otras.
Por su parte, Juan Pablo, va llegando apenas con algunas de sus tías, pues asistieron a una velada literaria en un pueblo cercano, que ofrece una escritora oriunda de Ixcateopan. El pequeño espera el amanecer para disfrutar de algunos dulces, semitas, empanadas y frutas, que en la víspera, no le dejaron probar; pero sobre todo, para retornar junto a sus hermanitos y su mamá, a quien le encargó que le comprara el periódico, para ver las calaveritas publicadas.
*Autor: Andrés Ortiz Pantaleón
* No gané nada, pero como dice la escritora Queta Nava Gómez; este cuento como muchos otros, es merecedor de todos mis afectos...jijijiji


Este Cuento -si es que se le puede llamar así, va dedicado principalmente al Lic Julio Escalera Uriostegui, con sumo afecto, por su decisión de no continuar en la Administración de Tovar. A los que luchan por que Tovar salga del Ayuntamiento (Asociación TIERRRA Y LIBERTAD y COMPAÑÍA)


"PATRIA PARA TODOS"

"LA PATRIA NO SE VENDE" TAMPOCO EL PUEBLO .

Atte. Andrés Ortiz Pantaleón

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